lunes, 1 de junio de 2009

Taller ELI, un contexto general

El proceso de aprendizaje construido requiere una intensa actividad por parte de los estu­diantes. Pedagógicamente, esto se traduce en una concepción participativa del proceso de aprendizaje en el que tanto el estudiante como el docente son axiales y el primero, es reconocido como un interlocutor válido, capaz y obligado a plantear problemas, intentar so­luciones, recoger, construir y reconstruir informaciones, así el proceso docente que se lleva a cabo en el salón de clases no es una actividad rutinaria, sino totalmente creadora.

La enseñanza y el aprendizaje orientados por estos enfoques apuntan hacia la autonomía como finalidad de la educación y del desarrollo. Entre las condiciones nece­sarias del constructivismo se mencionan: el alumno tiene que participar, debe mantenerse activo con respecto al aprendizaje; el maestro ha de comunicarse con los alumnos de manera asertiva y horizontal; el trabajo en equipo es frecuente, con un maestro mediador, planeación previa, y equipos de no más de cuatro miembros; debe proveerse al alumno de recursos con los cuales procese información, visualice contenidos, elabore mapas cognitivos, etc.

El aprendizaje cooperativo, fundamentado en la construcción social permite conocer a los alumnos, observarlos, reconocer sus estilos y ritmos de aprendizaje; también permite escucharlos, mejor aún, establecer relaciones de cooperación, ofrecer ayuda según las necesidades; desarrollar habilidades de crítica, aprender a tolerar y aprovechar el error, aplicar la metacognición. Al maestro el enfoque estudiado le permite la reflexión para evaluar con frecuencia su práctica y convertirse poco a poco en investigador, un maestro que evalúa constantemente su propio ejercicio y desde ahí establece su plataforma de mejora continúa.

Existen indicadores de gran peso didáctico cuando el docente compromete su práctica con el enfoque, en mi opinión merece especial énfasis el rol de mediador con características específicas. La investigadora Florio-Ruane describe cinco máximas que ilustran las estrategias de instrucción de un buen mediador.

1°. Asuma que el participante es competente.
2°. Conozca al participante.
3°. Intercambie experiencias e interese en la tarea que ejecuta el participante.
4°. Continúe incentivando al participante.
5°. Capitalice sobre las dudas.

En términos de Vygotsky el mediador debe planificar sus actividades no sólo tomando en cuenta los intereses de sus participantes, sino también del entorno cultural. Sus investi­gaciones sugieren que el aprendizaje escolar debe conectar al estudiante a lograr gene­ralizaciones y construir significados a partir de sus propias experiencias, conocimientos y de sus estrategias de aprendizaje. El conocimiento aprendido en la comunidad y aquel alcanzado en la escuela son invalorables. Nadie puede estar ignorante, si los estudiantes están ocupados en lograr el aprendizaje significativo.

Los maestros mediadores, maestros efectivos, ayudan a sus estudiantes a realizar las conexiones entre el conocimiento externo y el interno mediante el diálogo y el refuerzo; éste último podría identificarse con la retroalimentación. En efecto, esa es la esencia de la mediación. Los maestros planifican las actividades de aprendizaje en función a las suge­rencias de sus estudiantes. Tales maestros, mediadores, planifican las actividades y expe­rimentos partiendo del lenguaje construido por las experiencias de sus estudiantes, en su entorno familiar, utilizando ejemplos y conductas, analogías y metáforas así como también presentando materiales comunes. Los mediadores demuestran aquellas cosas que sus estudiantes no pueden hacer. Trabajando de manera colaborativa con ellos, cuando así lo requiere la tarea y los dejan trabajar cuando considera que sus participantes pueden ejecutarla. En toda reforma curricular no se puede soslayar la importancia del profesor, el cual ha desempeñado un papel fundamental por su participación activa como guía y orientador en el proceso de enseñanza y aprendizaje.

La docencia no es una actividad sencilla. Se requiere de ciertas competencias básicas como la competencia pedagógica; es decir, el saber hacer que permite enseñar. Esta competencia está asociada a su capacidad de construir en el aula una cultura académica. De igual manera se requiere de una competencia ética, la cual implica una predilección por los intereses universales sobre los individuales o grupales; además, el docente actual debe ser un investigador, lo que le permitirá crear las bases para construir nichos de in­vestigación en las instituciones educativas.